lunes, 24 de marzo de 2008

Los bemoles del caso Velásquez








autor: Ricardo Sepúlveda Muñoz


Se ve la frustración de los pobladores de Peñuelas y su total decepción. Han visto sus derechos y los de sus hijos, atropellados. Las promesas que les hicieran las autoridades de reivindicar lo acontecido con la Escuela de Peñuelas nunca se llevaron a cabo. En agosto de 2007 los escuchó la Presidenta Bachelet, se comprometió a arreglar el abuso en que incurrió por exceso de poder de ex alcalde de Coquimbo. El silencio del intendente ha sido abismante, por decir lo menos. Pareciera que con ello se pretende encubrir el obrar de su ex camarada, que al parecer conserva grandes influencias en la DC local y detrás de bambalinas mueve parlamentarios y autoridades en la región.
Se comprometieron a revertir las consecuencias de las burdas maniobras y el afán de lucro de Velásquez, para obtener recursos, en desmedro de los más humildes y necesitados. Velásquez redujo el territorio de una escuela emblemática, como es la Escuela de Pescadores de Peñuelas, fundada en 1952 por el ex Presidente Gabriel González Videla, para enseñar técnicas de construcción de botes y goletas, el cuidado del mar y el medio ambiente marino, de 14.000 m2, que se precisan para la docencia, a 2.500 m2. Arrasó sus dependencias, cercenó la casa del director, la de profesores, las bodegas y la del cuidador, tapió su frontis y la dejó reducida a su patio trasero. ¿Por qué Velásquez procedió así? La única explicación que la gente encuentra es que, llevado por su megalomanía y forma tan sibilina de proceder, prefirió, por alguna escondida razón, vender la escuela en desmedro del bien común.

El negocio de enajenar el plantel era, por decir lo menos, un costo de oportunidad, tanto para las arcas del municipio, al que había sobreendeudado, como para alguien más. Hipotecó, primero, unos terrenos de La Herradura de manera de darle un carácter jurídico y luego procedió a rematarlos para darles un carácter legal. Claro está que, como sucede algunas veces, el factor humano, se equivocó, pues no podía hacerlo sin haberlos desafectado, acorde con el Plan Regulador vigente, lo que permite hoy a la comunidad tener un elemento jurídico a mano para solicitar a la autoridad, es decir al intendente, que se restituya la propiedad de todo el terreno de la escuela que Velásquez vendió espurridamente.

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